domingo, 7 de febrero de 2016

Semana 131: Eros gracias por tanto.

LUNES: La semana se presenta complicada, hay varios proyectos interesantes por delante pero lamentablemente, no todos tienen el tiempo suficiente para poder trabajarlos. Por suerte hay muy buena gente en el equipo, que hace magia y responde ante cada brief.

Me confirmaron que el miércoles viajo a Bogotá. Tenemos todos los cañones apuntando a una licitación con la que podemos llegar a ganar un proyecto grande a nivel nacional. Si tenemos suerte, generaría el efecto de una bomba atómica.


MARTES: Uno de los días más largos que me tocó vivir desde que me mudé a Medellín hace más de dos años. Más allá de la exageración, le dediqué todo el día a terminar la propuesta que se presenta mañana en Bogotá. Todos estamos muy conformes con la idea que salió, hay muchas expectativas...

El desafío es grande porque si ganamos la licitación, tenemos la oportunidad de pegar el gran salto. Con parte del equipo le pusimos muchas ganas al proyecto; y fueron tantas que me terminé yendo de la agencia a las 9.30 de la noche; cansado, con hambre y sueño. Bueno, eso no es novedad porque me pasa todos los días...

Tan solo un sueño...

MIÉRCOLES: Como en cada viaje a Bogotá, tuve que levantarme a horas inusuales de la madrugada para llegar a tiempo al aeropuerto. Algo que fue totalmente al pedo porque el vuelo salió media hora más tarde. Así arranqué la mañana.


No sólo se retrasó el vuelo, cuando llegamos a las oficinas del cliente, las presentaciones de las distintas agencias también llevaban un retraso de 40 minutos. Más allá de eso, la reunión estuvo muy buena, al cliente le gustó lo presentado y como pasa siempre (típico protocolo pelotudo de la publicidad), no te dicen nada hasta la próxima semana.

Bogotá estaba hermosa, con sol y un cielo celeste que se lo debemos al Fenómeno de Niño. A ver si ese pendejo la corta, está trayendo sequía y altas temperaturas por todo el país. La vuelta fue agotadora pero con ganas, del otro lado me esperaba mi dulce y linda Medellín.


JUEVES: Me pasó lo mismo que cuando volví de las vacaciones, no voy a trabajar un día y mi desconexión es tan grande que al día siguiente no entiendo nada de lo que pasa a mi alrededor. Eso se corta cuando miro la agenda de obligaciones, que me exige que solucione ese percance en minutos.

La publicidad es tan puta que te pone a correr para preparar un mega proyecto que se ejecuta a nivel nacional, y también para una pelotudez que cayó hoy y se entrega mañana. Por más que ayer te hayas lucido, eso queda en el olvido porque para lo de mañana tenés que llegar sí o sí.     

Oficial Lego reportándose

VIERNES: Una vez más se termina la semana y todos los pendientes están entregados; desde las megas hasta las minis, todas las propuestas fueron terminadas en tiempo y forma, y con ideas creativas que nos gustaron a todos. Así arranca el año, espero que 2016 sea el año de la agencia.     

De lo que estoy seguro, es que con actitud se enfrentan mucho mejor los retos. Como por ejemplo, que te manden a cantar adelante de tus compañeros sin tener un suficiente nivel de alcohol en sangre. Se organizó karaoke para cerrar la semana y me tocó sacar un clásico de la galera; Eros gracias por tanto.


SÁBADO: Algunas conclusiones salieron a flote luego del bochorno de anoche. No descubro nada si digo que programar las cosas a veces no sirve de nada; aunque la antagónica frase las cosas que no se programan muchas veces salen mejores sea un cliché. De lo que sí estoy seguro es que para bien o para mal, la gente no para de sorprenderme (más la segunda que la primera).  

Para hoy tenía reservado un súper plan al que por suerte, cada vez lo hago mejor y más rápido: la limpieza profunda de mi casa. No es que me vaya a dedicar a limpiar casas ajenas, sino que terminé amigándome (a la fuerza) y cuando la mayoría de la gente lo padece, yo lo disfruto. Pongo música, me calzo los guantes y a poner lindo el lugar en el que vivo.

Como para no extrañar tanto...
 
DOMINGO: Por primera vez en mi larga carrera publicitaria (15 años), un cliente para el que trabajo decide hacernos un regalo al equipo de la agencia. Para fín de año, la marca de relojes D'Mario (capos en Colombia, Panamá y Ecuador) les regaló relojes al Ejecutivo de Cuentas, al Planner y al Director de Digital.

Yo estaba de vacaciones en Argentina y me contaron el chisme una vez que volví y me reincorporé. Pero esta noticia se transformó en sorpresa cuando el cliente me dijo que yo también tenía el mío, y que pase a elegirlo cuando quisiera. Para no dejar pasar mucho tiempo (y que se arrepienta), hoy lo fui a elegir y acá estoy, nuevamente con reloj en la muñeca luego de 20 años. ¡Gracias D'Mario!



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